Tengo un plan financiero, pero ¿y si…? La importancia de añadir la previsión
Si algo nos ha demostrado 2020 es que el mundo puede cambiar en cuestión de días y de un momento a otro. Que el futuro es incierto por naturaleza es algo que todos asumimos, pero que nos cuesta interiorizar. Sabemos que el mundo no se mantiene en pausa y que siempre van a pasar cosas que nos pueden afectar, pero la realidad es que nos cuesta pensar en el largo plazo y, sobre todo, anticiparnos.
Pasar de la preocupación a la ocupación es una tarea pendiente que tenemos muchos de nosotros. Como recuerda Belén Alarcón, socia y directora de asesoramiento patrimonial de Abante, esto nos pasa porque tenemos estructuras cerebrales de millones de años preparadas para que pensemos en el corto plazo en primera persona y veamos el futuro en tercera.
¿Cómo conseguimos pasar a la acción y no quedarnos con el corto plazo? El primer paso para ser conscientes de que las decisiones que tomamos en el presente influyen en nuestro futuro es pensar cómo queremos que sea: ¿cuáles son mis objetivos?
Esto nos va a ayudar a ponerle números a nuestro futuro y a trazar un plan financiero y de inversión que sea realista -teniendo en cuenta cuánto podemos ahorrar cada año e invertir, cuál es nuestro perfil de riesgo y nuestro horizonte temporal- y que se ajuste a nuestras necesidades y objetivos, porque no es lo mismo invertir para la jubilación, que para comprar una casa o para emprender una segunda carrera profesional.
¿Y qué pasa si mis planes se modifican? ¿Y si me pasa algo que me impide seguir generando rentas como hasta ahora? Al igual que el mundo cambia, nosotros también lo hacemos. Algunas veces puede que algo externo que no podamos prever ni controlar nos afecte y trunque nuestros planes. Y otras veces, aunque tampoco dependa de nosotros mismos, podemos estar preparados y tener certeza por el lado financiero.
¿Cómo nos podemos preparar para evitar los momentos de incertidumbre y seguir con nuestros planes? ¿Cómo cubrimos el efecto de lo imprevisto?
Al actual entorno en el que nos encontramos, tenemos que sumarle algo que nos va a afectar de lleno, en tanto que va a marcar cómo vivimos el futuro: el incremento de la esperanza de vida. En el último siglo, la esperanza media de vida se ha duplicado en España y, según las últimas estimaciones del INE, para el año 2035 uno de cada cuatro españoles va a tener 65 años o más. Esto nos lleva a una sociedad envejecida, de consumidores seniors que, si bien está mejorando en salud, también va a ver un incremento de las enfermedades y, en consecuencia, de la tasa de dependencia.
¿Qué pasa si vivo más de lo que había planeado? Sabemos que muchas personas no ven la longevidad como un regalo, sino que consideran que vivir más es una fuente de problemas: ¿y si me quedo sin dinero para esos años de más? ¿Y si necesito cuidados médicos y no tengo dinero suficiente para asumir ese riesgo?
Pensar en todo lo que nos puede pasar cuando estamos haciendo nuestro plan financiero es vital para poder anticiparnos y tener cubiertas las incertidumbres que puedan surgir en el futuro y, así, invertir en los productos que realmente nos pueden ayudar -fondos de inversión, planes de pensiones, seguros, etc.-si alguno de esos “¿y si…?” se cumplen.
Por todo ello, cuando aún disponemos de tiempo, es vital que pensemos en nuestros objetivos y en todo lo que nos preocupa para que podamos hacer un plan financiero y vital, que incluya también elementos de previsión, que nos dé seguridad para el futuro y nos ayude a eliminar incertidumbres.