Qué es y cómo funciona el mercado de valores
Cada vez son más los inversores particulares que se acercan al mercado de valores. En las últimas décadas, la bolsa de valores de España ha vivido un gran proceso de transformación y de crecimiento al calor del nacimiento de nuevas plataformas y entidades financieras, de los avances tecnológicos y, también, de una mayor cultura por la inversión.
A estos avances hay que sumarle los actuales sistemas técnicos, operativos y de organización que han sentado las bases para que, a día de hoy, se puedan alcanzar importantes volúmenes de negociación, y que los mercados sean más transparentes y eficaces.
Todo ello envuelto en un marco normativo, regulatorio y de supervisión que busca garantizar el buen funcionamiento del mercado y la solvencia de las entidades, al tiempo que logra protección para el inversor. Así, como órganos reguladores de los mercados de valores están las Cortes Generales, el Gobierno, el Ministerio de Economía, las comunidades autónomas y los órganos supervisores, que son el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Radiografía del mercado español
La bolsa de valores aglutina la negociación de activos de renta variable y de renta fija, así como derechos de suscripción preferentes y ETF y, por ello, se dice que el mercado de valores es un subsistema dentro del sistema financiero. Es decir, está compuesto por un conjunto de instrumentos o activos financieros y, también, por un gran abanico de instituciones e intermediarios que tienen como principal objetivo poner en contacto a compradores y a vendedores. De esta forma las empresas logran financiarse mientras que los inversores obtienen una realidad a cambio.
Además, al mercado de valores se le exige una serie de condiciones, como, por ejemplo, que exista transparencia a la hora de fijar los precios. Asimismo, los productos que se negocian tienen que ser homogéneos para que sea posible su contratación a tiempo real, mientras que por lado de los inversores se requiere que haya libre concurrencia y pluralidad de partícipes, de forma que ninguno pueda ejercer una posición dominante en el mercado.
Tipos de mercados
A la hora de explicar los diferentes mercados que existen debemos tener en cuenta que existen varias clasificaciones. Así, una de ellas tiene que ver con las diferentes fuentes de financiación y, por ello, hablamos, por un lado, de los mercados monetarios y de deuda y, por otro lado, de los mercados de acciones.
En los primeros, los ahorradores invierten prestando su dinero tanto a empresas como a instituciones o gobiernos y a cambio, por ese dinero que han dejado, reciben un determinado tipo de interés. En el segundo caso, los ahorradores lo que hacen es financiar a las empresas que cotizan en bolsa, es decir, compran sus acciones y se convierten en accionistas de esa compañía.
Si nos referimos a las funciones de los mercados, nos encontramos con los mercados primarios y con los mercados secundarios. En el primero se producen las nuevas emisiones -ya sean de acciones, de renta fija o de otro activo-, que se ofrecen a los distintos tipos de inversores, mientras que en el mercado secundario se negocian los valores que previamente ya han sido emitidos en el mercado primario, dotando así de liquidez a las nuevas emisiones.
Si ponemos el foco en la estructura de los mercados, tenemos que hablar, primero, de los mercados organizados, en los que todos los activos se negocian de forma simultánea y sujetos a ciertos requisitos normativos para regular su negociación, liquidación, supervisión y garantías. En cambio, en los mercados OTC o extrabursátiles, se negocian los activos de forma flexible y directamente entre dos partes que acuerdan libremente cómo liquidar un instrumento financiero, como swaps, divisas, derivados, etc.