Un plan financiero para cada mujer: el paso necesario hacia el éxito en la inversión
La crisis ha cambiado algunas cosas. En el contexto de las finanzas personales, empezamos a ser conscientes de que la situación en el futuro será más impredecible. Viviremos más y mejor y como no sabemos qué lagunas de cotización tendremos a lo largo de nuestra carrera laboral ni cómo será nuestra pensión, los expertos advierten de la necesidad de tomar las riendas de nuestras finanzas. En este aspecto, los hombres van un paso por delante, en general, puesto que tradicionalmente han sido más activos respecto a las inversiones que las mujeres.
Cada persona tiene unos sueños y unos objetivos propios y afronta los retos que se le presentan de una determinada manera. Sin embargo, hemos observado a lo largo de los años de experiencia asesorando a clientes sobre su patrimonio, que más allá de las diferencias individuales, hay tres situaciones que se repiten en la toma de decisiones financieras en función de la actitud inicial de la mujer sobre las inversiones.
Muchas mujeres toman las decisiones de forma conjunta con su pareja, ambos trabajan y los dos se implican en la planificación de su futuro, contribuyendo más cada uno en aquello en lo que aporta más valor diferencial. En nuestra experiencia, en este tipo de casos suele suceder que los perfiles de riesgo y la actitud ante la toma de decisiones de inversión de ambas personas no coinciden y esto puede mermar el éxito del plan financiero. En este sentido, las mujeres tienen a ser más conservadoras, en general, que los hombres a la hora de invertir. Es fundamental trabajar con un profesional que con un estudio pormenorizado y las explicaciones necesarias para que las dos personas entiendan las opciones para alcanzar sus objetivos.
Hay otras mujeres, y en este tipo de perfil hay casos muy diferentes, que están acostumbradas a tomar ellas todas las decisiones de inversión de manera independiente –tanto si están casadas o viven en pareja, como si viven solas-. Y lo hacen por motivos diversos, desde un interés personal por el mundo financiero hasta la necesidad.
Finalmente, un tercer gran grupo de mujeres es el de aquellas que hasta un determinado momento de su vida habían delegado las decisiones relativas a las finanzas –no nos referimos aquí a las decisiones sobre gastos corrientes del hogar, sino a la gestión del ahorro, la inversión y el patrimonio-. En este grupo encontramos al tipo de mujer que no se implica en las inversiones y la planificación financiera porque no le interesa o bien porque cree que no van a entenderlo o porque lo intentó y se desanimó o, sencillamente, porque nunca se lo ha planteado ni ha visto la necesidad de hacerlo.
En este tercer grupo, la mujer normalmente delega en una tercera persona, su marido, su hermano, un amigo… sin embargo, cuando quien le ayudaba deja de hacerlo y tiene que asumir de pronto esa responsabilidad, se ve abrumadas. En estos casos, un consejero financiero es una valiosa ayuda para poner orden en las finanzas y poderse hacer cargo de las decisiones. Y aquí es básica la actitud para afrontar el reto y aprovechar la oportunidad.
Como decimos, cada caso es único y cada mujer, como cada hombre, necesita tener claros los objetivos, entender para qué quiere el dinero, para así poder trazar el plan más adecuado.