Retrasar diez años la planificación de la jubilación puede reducir nuestra renta a la mitad
La edad a la que se empieza a ahorrar y el tipo de inversión que hacemos son dos elementos importantísimos en la planificación de la jubilación. Estos factores determinarán que podamos mantener nuestro nivel de gasto en el futuro. Empezar a preparar nuestra jubilación joven o dejarlo para el último momento puede marcar diferencias de más de 700 euros mensuales en nuestra renta futura si invertimos, por ejemplo, con una rentabilidad del 3% y de más de 4.000 euros si lo hacemos al 9%.
Para apreciar bien estas diferencias, observemos la siguiente tabla, en el que se muestra la renta mensual (procedente de nuestro ahorro privado, no contabilizamos aquí la pensión pública) que obtendríamos a partir de la jubilación, si durante nuestra vida laboral ahorramos 8.000 euros anuales, teniendo en cuenta que nos jubilásemos a los 67 y estimando una esperanza de vida de 90 años.
Como vemos, si empezamos a ahorrar a los 40 años e invertimos ese dinero en un producto que nos dé un 3%, cuando nos jubilemos dispondremos de una renta mensual de 690 euros (calculando una inflación del 2%, que es el objetivo del Banco Central Europeo). Sin embargo, para esa misma rentabilidad del 3%, si esperamos diez años y empezamos a aportar a nuestro plan de pensiones a los 50 años, la renta que tendremos será de 369 euros. Es decir, retrasar una década esta decisión nos supone rebajar nuestra renta a la mitad.
La rentabilidad es el segundo factor fundamental. Y, como se observa en la tabla, si empezamos a ahorrar a los 40 años e invertimos ese dinero al 3% conseguiremos una renta de 690 euros mensuales cuando nos jubilemos. En cambio, si apostamos por productos de renta variable, que nos den un 7 o un 9%, nuestra renta futura ascenderá a 1.929 o a 3.193 euros, respectivamente. Es decir, cuatro puntos más de rentabilidad provocan que, en el tiempo, nuestro ahorro casi se triplique (2,8 veces más).