Carta del Gestor · José Ramón Iturriaga | Noviembre 2014
Todos los años por estas fechas, dedicamos parte del tiempo a escrutar el futuro y tratar de, por ejemplo, determinar cuáles son los riesgos que acechan a los mercados. Es un ejercicio interesante, aunque del todo inútil porque la experiencia nos enseña que, si hay algo que se vaya a llevar las bolsas por delante en los próximos meses será un elemento desconocido, porque el resto, en mayor o menor medida, ya está recogido en los precios.
En cualquier caso, este ejercicio sí resulta útil para poner negro sobre blanco cuales son las preocupaciones que a día de hoy rondan por la cabeza de los agentes financieros.
Sin duda, un tema muy recurrente es y va a seguir siendo la dinámica de la política monetaria en todo el mundo. ¿Cuándo y cuánto subirá tipos Estados Unidos? ¿Irá más allá Japón en su intervención directa en los mercados (QE)? ¿Mario Draghi estará a la altura de sus palabras, pese a la amenaza de los halcones del BCE? Seguro que todos estos temas relacionados con los bancos centrales dan para muchos sesudos análisis en uno y otro sentido, ya que, cómo de futbol, parece que de política monetaria sabe todo el mundo…
En cuanto a la evolución de la economía, las grandes preocupaciones actuales no son muy nuevas. Japonización de la economía europea. Cada dato malo de la economía del Viejo Continente seguro que propicia una lluvia de titulares amenazando con las penas del infierno. Y los buenos se pasarán por alto hasta que se dejen de pasar. En lo que se refiere a Estados Unidos, las preocupaciones son en sentido contrario: una recuperación demasiado fuerte puede propiciar un mayor endurecimiento de la política monetaria. Y las economías emergentes, como siempre, darán una de cal y otra de arena, pero tendrán mucho más eco los malos datos.
Los riesgos políticos se centrarán en los resultados de las elecciones. Grecia, Reino Unido, Portugal y, en principio, España son los países en los que se celebrarán comicios. Y por el lado geopolítico, los sospechosos habituales seguirán haciendo de las suyas: Ucrania, Iraq y Estado Islámico. La caída del precio del petróleo probablemente generará tensiones en los países productores y, en concreto, Venezuela tiene pinta de descarrilar antes que después.
Y sin quitarme el gorro de aprendiz de brujo hoy es un día igual de bueno que cualquier otro para comentar un año más cuáles creo que van a ser las sorpresas del año que viene.
La primera es que las bolsas lo van a seguir haciendo bien –porque, recuerden, este año ha sido bueno para la renta variable-. En concreto, la europea -y dentro de ella, la española- es la que mejores perspectivas tiene. La bolsa española podría subir más de un veinte por ciento a medida que vaya calando en los inversores que ésta es la buena y que las valoraciones, en el entorno de apalancamiento operativo de las compañías españolas, es una oportunidad de las que se han visto pocas veces.
El euro también continuará con el movimiento de los últimos meses –aunque ya ha hecho la mayor parte del movimiento- y se estabilizará algo más abajo.
El oro continuará corrigiendo a medida que los argumentos de los pesimistas se vayan desmontando según avanza el año y no haya razones para tener exposición a este refugio nuclear.
El petróleo continuará corrigiendo, como consecuencia del nuevo esquema de oferta en el mundo y el peso del cartel del petróleo continuará su declive.
Los bonos español y alemán continuarán convergiendo y la prima de riesgo se irá por debajo de cincuenta. La mutualización del riesgo país en la zona euro tras la Unión Bancaria y la cada vez más cercana Unión Fiscal es un hecho consumado.
El interés por el sector inmobiliario irá a más y el precio de oficinas y comercial volverá a cerca del pico de ciclo. Sin embargo, la sorpresa será la recuperación del sector residencial. Alguna operación importante en el que el subyacente sea el suelo será portada.
Las elecciones generales en España se retrasarán hasta el arranque de 2016, por lo que tendremos que dedicarnos unos meses más a desentrañar encuestas y ver el alcance del fenómeno Podemos aunque puede que se desinfle a la misma velocidad a la que se ha inflado.
Y, aunque ya no sea sorpresa y repita el pronóstico del ejercicio pasado, el Barça volverá a hacer un año en blanco.
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