La creatividad y el optimismo difícil
El pasado 23 de mayo tuvimos la oportunidad de contar con José Antonio Marina en las oficinas centrales de Abante Asesores en Madrid. El filósofo, dentro de la presentación de su nuevo libro, en co-autoría con Eva Marina, “El aprendizaje de la creatividad“, reflexionó sobre esta cualidad y su importancia en la sociedad actual dentro de un marco general que resumimos a continuación.
Innovación, emprendimiento o similares son palabras que incorporan la creatividad intrínsecamente. Por ello, podemos decir que la creatividad es la consecuencia de una inteligencia insatisfecha e inquieta, la misma inteligencia que llevó a los primeros seres humanos a cruzar por el Estrecho de Bering a lo largo de varias generaciones, es esa inteligencia que nos empuja a crear cosas valiosas.
Dentro de este marco general de aplicación de la creatividad que la sociedad permite y necesita actualmente, el ponente diferenció entre una creatividad general y una creatividad específica muy ligada a actividades concretas como el arte, la literatura o la economía pero destacó la preponderancia de la primera respecto a la segunda bajo el argumento de que es el tipo de creatividad que todos debemos desarrollar, es la que todos podemos practicar.
En opinión de Marina la creatividad puede desarrollarse a través de la asunción de hábitos que desarrollen nuestra memoria práctica, una de las grandes defenestradas por los pensadores más modernos, más ligados a las emociones. Como ejemplo claro de esta reflexión, el filósofo destacó la figura de Rafael Nadal y la creatividad que demuestra en su juego bajo la advertencia de que no podría haber logrado dicho nivel sin un duro entrenamiento.
¿Para qué usamos la creatividad?
“Hay que pensar en dónde aplicamos la creatividad” ya que no todos los problemas a los que las personas nos enfrentamos requieren de soluciones creativas. Así, el autor diferenció los problemas que requieren o son susceptibles de soluciones creativas y los que no. Entre los segundos, poco podemos hacer más que emplear nuestra memoria para aprender los procesos establecidos para su resolución. El pedagogo utilizó el tratamiento de enfermedades víricas o las tablas de multiplicar como ejemplos de problemas que no requieren de la creatividad y matiza que la importancia de la misma reside en los problemas o retos restantes.
Salir de una situación de desempleo, levantar una empresa o eliminar los problemas de pareja son tres ejemplos de problemas o situaciones que sí requieren de nuestra capacidad de implementar soluciones nuevas, nunca probadas, creativas. Según Marina, estos son algunos de los problemas cotidianos en los que la creatividad tiene mucho que decir.
Por último, el José Antonio lanzó un mensaje de optimismo ante estas situaciones y nuestro papel a la hora de implementar soluciones aunque un “optimismo difícil”. Aseguró que todos podemos aprender cosas nuevas durante toda nuestra vida, más aún ahora que la neurociencia ha demostrado que las células neuronales se regeneran hasta el final de nuestra vida aunque con un ritmo decreciente, pero requiere de un esfuerzo por nuestra parte, su dificultad.
Tras la exposición del marco general, el filósofo respondió a las preguntas tanto de Santiago Satrústegui, primero, como de los asistentes, después, haciendo mención a temas tan importantes como la inteligencia o diversas aplicaciones prácticas de la creatividad como la búsqueda de empleo.
Próximamente, se presentará el libro “La creatividad económica” escrito por José Antonio Marina y Santiago Satrústegui y que pretende ser una brújula para orientar, aprender y generar buenas y rentables ideas.
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