Bancos centrales y tipos de interés; dos piezas clave en la economía del siglo XXI
Los acontecimientos históricos, los eventos geopolíticos y las distintas crisis económicas que ha vivido la sociedad en los últimos tiempos le han ido otorgando un papel cada vez más relevante a la educación financiera. La historia nos ha demostrado que los imprevistos están a la orden del día y que tener cultura financiera y estar preparado adecuadamente nos puede ayudar a afrontar mejor lo inesperado.
La pandemia del Covid y la guerra en Ucrania han sido los últimos acontecimientos inesperados a los que nos hemos enfrentado, y que han alterado la economía. Para paliar los efectos económicos derivados del virus y de los confinamientos, los bancos centrales respondieron con medidas históricas que buscaban mantener la estabilidad financiera y respaldar el acceso al crédito para empresas y hogares. El año pasado, con la inflación disparada, los bancos centrales comenzaron a endurecer su política monetaria llevando a cabo una subida de tipos histórica.
Desde entonces, los mercados tienen el ojo puesto en los mensajes de los dirigentes de los principales bancos centrales. Tanto Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, como Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, llevan desde 2022 preocupados por los altos niveles de inflación y subiendo los tipos a un ritmo nunca visto hasta la fecha en un intento por frenar la escalada de los precios.
Cada una de las medidas que se toman desde ambos organismos tiene implicaciones a nivel mundial, no solamente en la macroeconomía y en los mercados financieros, sino también para los inversores y, muy especialmente, para el bolsillo de los ciudadanos.
¿Qué son y cómo afectan las subidas de tipos al consumidor?
¿Por qué es tan importante ahora mismo la subida de tipos? Los tipos de interés son una herramienta financiera que se usa para determinar cuál es el precio del dinero, es decir, cuánto cuesta utilizar ese dinero por un periodo de tiempo concreto. Aunque se suele hacer más alusión al tipo de interés de referencia, existen tres distintos que hay que conocer: el tipo de interés de las operaciones principales de financiación (MRO), tipo de interés de la facilidad marginal de crédito y el tipo de interés de la facilidad de depósito.
La finalidad de una subida de tipos es encarecer el crédito y la financiación para controlar el consumo y frenar relativamente la demanda, es decir, enfriar un poco la economía y bajar la inflación sin que lleguemos a ver una recesión o desaceleración fuerte.
Actualmente, el precio del dinero en Europa está en el 4,5 %, mientras que en Estados Unidos los tipos han llegado ya al 5,25%. ¿Qué significa esto? Por un lado, se incrementa el coste de financiación, es decir, las deudas se encarecen al subir los intereses. Por ejemplo, en España los consumidores que tengan una hipoteca variable y referenciada al euríbor -que es el principal índice que se utiliza para el cálculo de las hipotecas- han podido ver cómo su cuota mensual se encarece. Así, en el caso de una hipoteca de 400.000 euros a treinta años, con un diferencial del 0,80% sobre el euríbor, y con este en el 4,16%, pasaríamos a pagar ahora 2.068 euros al mes, frente a los 1.250 euros mensuales de hace dos años, es decir, 9.816 euros más al año.
Otro efecto que los ahorradores ya están notando es que los activos más conservadores ofrecen ahora rentabilidades considerables para niveles muy bajos de riesgo, algo que no sucedía desde hace mucho tiempo, y que se ha llegado a sentir hasta en las calles. A lo largo de este año hemos llegado a ver colas en el Banco de España por el furor que se había desatado con las letras del Tesoro, que en la última subasta ofrecieron rentabilidades del 3,45% a 3 meses, del 3,65% a 6 meses y del 3,72% a 9 meses. De hecho, según los últimos datos del Banco de España que ha recogido Europa Press, los hogares han pasado de tener 25 millones de euros en letras del Tesoro -a julio de 2022-, a contar un año después con 18.523 millones de euros en estos productos.
El repunte de la renta fija se ha sentido también en otros instrumentos de deuda pública, como en el bono español a diez años -que superó la semana pasada el 4%, algo que no sucedía desde finales de 2013-, pero también en otros vehículos como los fondos de inversión monetarios o los fondos de renta fija. Según datos de Bank of America, en lo que llevamos de 2023, los fondos monetarios han registrado la cifra récord de 1 billón de dólares de entradas netas de dinero, mientras que en los fondos de renta fija ya ha entrado el doble de dinero que en los fondos de renta variable.
Otro producto conservador que está volviendo a dar rentabilidad y que está retornando paulatinamente a la oferta de los bancos son los depósitos. Y es que, tras la última reunión del BCE, la facilidad de depósito, que es el tipo que marca cómo se remunera a la banca la liquidez y cuánto paga por el pasivo, subió hasta el 4%, máximo histórico.
Políticas monetarias: un repaso por el papel que juegan en la economía
Al conjunto de iniciativas (como las subidas o bajadas de tipos, inyecciones de liquidez, compras de deuda, etc.) que hemos mencionado y que deciden aplicar tanto la Fed como el BCE es a lo que se le llama política monetaria. Estas políticas tienen como objetivo estabilizar los precios, llegando al objetivo de inflación (que se sitúa cerca del 2%) y, en el caso de la Fed, también se busca conseguir el pleno empleo. La teoría nos dice que el efecto real de estas políticas no se hace palpable realmente en las economías hasta pasado un año.
La política monetaria ha ido cobrando relevancia con los años desde la crisis financiera de 2008, momento que supuso un punto de inflexión en la economía mundial. No se daban unas condiciones tan perjuiciosas desde el famoso ‘Crack del 29’. Lehman Brothers fue el detonante de un desastre que se venía gestando tiempo atrás; una enorme crisis del sector inmobiliario, generada por las hipotecas de alto riesgo. La concesión por parte de los bancos de hipotecas subprime en unas condiciones de pago excesivamente laxas fue algo que supuso el caldo de cultivo que acabó con la caída de Lehman Brothers. La Reserva Federal inyectó liquidez en el sistema con tipos muy bajos a fin de estabilizar la economía, lo que desencadenó una inflación descontrolada.
Tras el colapso que se generó en Estados Unidos, la crisis se expandió a la mayoría de los países. Miles de bancos sufrieron tremendas pérdidas, a lo que los bancos centrales respondieron inyectando liquidez para frenar el impacto, y los tipos de interés se desplomaron. Se generó una recesión que dejó al descubierto los puntos débiles del sistema financiero, provocando una situación de pánico y desconfianza a nivel mundial.
A raíz de esta crisis se empezaron a aplicar regulaciones especiales para rectificar y prevenir otras nuevas. Una de estas medidas fue la Ley Dodd-Frank de reforma de Wall Street y protección al consumidor. Esta medida, refrendada por Barack Obama en 2010, fomentó la transparencia del sector y remarcó las líneas que separan a los bancos comerciales de los de inversión. En 2014 en Europa, se formó el Mecanismo Único de Supervisión, organización cuyo fin es asegurar la estabilidad de los bancos.
¿En qué punto estamos ahora mismo y qué podemos esperar?
Como hemos comentado, la inflación es ahora mismo lo que está marcando la hoja de ruta de los bancos centrales. Actualmente, tanto Europa como Estados Unidos cuentan con unos datos muy por encima del objetivo del 2%. Concretamente, la zona euro mantiene una tasa de inflación general del 4,3% -ha caído en este último mes, marcando mínimos de los últimos dos años-, mientras que la subyacente se encuentra en el 4,5%, tras descender ocho décimas respecto a agosto. En el caso de Estados Unidos, el indicador PCE, el índice que mira la Fed, ha repuntado al 3,5% en agosto en tasa interanual, mientras que la subyacente ha caído hasta el 3,9%.
Con estos niveles de inflación, la vuelta al cole de los bancos centrales se antojaba decisiva, en tanto que podía dar pistas sobre lo que podemos esperar para la recta final del año. Así, tras la decisión en septiembre por parte del BCE de realizar la que ya es la décima subida de tipos, de 25 puntos básicos, la reunión de la Reserva Federal era la otra cita clave en el calendario. En línea con lo que los mercados esperaban, la Fed ha decidido mantener una pausa en la subida de tipos, si bien no descarta que haya una antes de finalizar 2023. Por el momento, todo apunta a que no se empezará a ver una bajada de tipos hasta el año que viene, como pronto, y los mercados ya empiezan a pensar en primavera o en verano.
¿Seguirá el ritmo tan fuerte de subidas? ¿Veremos más pausas como la de la Fed? ¿Es normal que los bancos centrales suban tan rápido los tipos de interés? Es importante recordar que realmente la situación anómala no es tanto la actual sino de la que veníamos; lo habitual no es que haya tipos a cero durante tantos años, ya que fomenta el endeudamiento. Lo que estamos viendo ahora son las consecuencias (agravadas por los factores que ya hemos comentado), de la etapa de tipos planos e incluso negativos, una situación que no era lo habitual y que parece que debemos dejar ya olvidada.
¿Tenemos que asumir que vamos a convivir con tipos altos durante unos años? Como explica Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante, las circunstancias de tipos que estamos viviendo ahora tampoco se habían dado previamente: “Estamos en el máximo histórico de tipos de interés desde que existe el euro, no es terreno conocido”. Por eso mismo no es fácil vaticinar qué sucederá en los próximos meses ni cuál va a ser el impacto real en la economía o en las finanzas personales de los ciudadanos. Esta situación lo que vuelve a poner de manifiesto es la necesidad de una sociedad formada en finanzas y en economía. En un mundo que cambia y que nos sorprende continuamente, tener cultura financiera es la mejor herramienta para comprender lo que está pasando y cómo nos afecta.