Claves para invertir en renta fija
En este inicio del nuevo año lo que ya podemos decir es que, ahora sí, la renta fija ofrece oportunidades. En apenas doce meses, el panorama ha cambiado completamente para el inversor conservador que, en estos momentos, cuenta con un gran abanico de opciones para invertir sus ahorros.
¿Deuda pública o privada? ¿Me dejo llevar por el auge que está habiendo ahora por las letras del Tesoro o invierto en bonos y obligaciones? ¿Y a qué plazos? ¿Y en qué geografías? ¿Apuesto mejor por fondos de inversión?
Cuando pensamos en invertir en renta fija, si ponemos el foco solo en el producto y nos dejamos llevar por nuestras emociones y por lo que vemos en las noticias, podemos correr el riesgo de fijarnos únicamente en un elemento en concreto y olvidarnos de lo realmente importante: ¿para qué queremos invertir?
Aunque estemos hablando de invertir de forma más conservadora, no podemos olvidar la lección que nos ha dado 2022: la renta fija no está exenta de riesgo y, en consecuencia, también puede sufrir pérdidas. Desde 1871 no veíamos que las acciones y los bonos cayeran a la vez y, además, a estos niveles. Y, como recordó Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante, en una conferencia de mercados con inversores particulares, los “inversores de renta variable están algo más acostumbrados a convivir con caídas y con la volatilidad, pero lo que ha ocurrido en 2022 y lo que más le ha costado entender a los inversores es que la renta fija haya sido el activo que más daño haya hecho en las carteras”.
Por eso, como señaló Manuel Rodríguez, selector de fondos de renta fija en Abante, durante un Finect Live, el primer paso antes de invertir en renta fija es saber para qué quiere el dinero el inversor y cuáles son sus objetivos para, en base a eso, saber qué rentabilidad hay que pedirle al mercado y qué estrategia de inversión es la que se adapta a sus circunstancias: “En renta fija hay muchos perfiles de riesgo, por eso es fundamental saber en qué perfil encaja cada cliente y que este sepa bien qué está comprando y qué riesgo tiene”.
“La letra es el primer escalón de riesgo. Ahora tenemos un abanico de opciones muy amplio que nos permite, a partir de las letras del Tesoro, ir subiendo escalones de riesgo y, sobre eso, obtener una prima de rentabilidad”, añadió Javier Navarro, selector de fondos de renta fija en Abante, al explicar cómo construimos nuestras estrategias y cómo gestionamos nuestras carteras de fondos de renta fija.
¿Qué ha cambiado? Lo que debe saber el inversor para invertir en 2023
En este sentido, y para entender las rentabilidades de este ejercicio, es fundamental recordar el cambio que se ha vivido en el último año, cuando la renta fija no era invertible teniendo en cuenta el riesgo que se asumía y la poca rentabilidad que se esperaba, en un entorno, además, de altos niveles de inflación.
Para intentar frenar la inflación, los bancos centrales comenzaron a endurecer su política monetaria de una forma mucho más rápida que en otras ocasiones y el mercado se ha ido anticipando a estas subidas de tipos de interés. En Europa, por ejemplo, hemos vivido una subida de 300 puntos básicos, un movimiento muy brusco, hasta situar el precio del dinero en el 3%.
¿Cómo se produce el ajuste de los bonos con estas subidas de tipos? La rentabilidad de los nuevos bonos que salen al mercado es cada vez mayor, por lo que los bonos que ya están emitidos tienen que ajustar sus precios para ser igual de atractivos que los bonos que se están emitiendo nuevos. Y esto es lo que nos ha llevado a ver rentabilidades negativas tan elevadas en el cierre de 2022.
Y, a este movimiento tan fuerte, hay que sumarle la inversión de la curva de tipos. La curva de tipos es la referencia que el mercado pide a un emisor en cada uno de los plazos en los que un inversor está dispuesto a prestarle dinero. Lo lógico es que se pida más tipo de interés cuando más plazo hay por delante, y por eso se entiende que en entornos normales las curvas tienen pendientes positivas.
Hace un año, Alemania tenía pendiente positiva, pero los tipos hasta los 10 años cotizaban con rentabilidad negativa, es decir, los inversores estaban dispuestos a perder dinero por prestarle a 10 años al país germano. Una anomalía con la que los inversores europeos hemos tenido que convivir hasta que se empezó a producir la subida de tipos en julio del año pasado. Ahora, la deuda a corto plazo ya remunera más: el bono alemán a 1 año ofrece cerca de un 3%, mientras que a 30 años la rentabilidad roza el 3,60%.
¿Qué significa que los plazos cortos paguen más que los largos? Los plazos cortos son los que están más anclados a los movimientos de política monetaria que se están produciendo, y ahora los tipos van a seguir subiendo. “Los mercados con este movimiento nos están diciendo que esta situación tiene que cambiar. Vamos a convivir más tiempo con tipo altos, pero en la medida en que la situación se controle bajarán”, explicó Campello, al tiempo que recordó que la curva invertida suele ser un indicativo de desconfianza y de que se avecina una recesión.
Aquí, conviene tener en mente que a finales de año el mercado empezó a virar del miedo inflacionista al miedo de recesión. Un miedo que, de momento, y gracias al buen arranque de 2023 y a las mejores de los datos macro, se ha ido desinflando.
En este escenario, el equipo de gestión de Abante tiene una visión positiva sobre la renta fija porque para niveles de bajo riesgo hay retornos interesantes. Así, apuesta por duraciones relativamente prudentes y por deuda corporativa europea, sobre todo por el segmento de mayor calidad, investment grade.