Claves para rentabilizar el premio de la Lotería de Navidad
Mañana se celebra uno de los sorteos más esperados del año: el sorteo de la Lotería de Navidad. Este año, Loterías y Apuestas del Estado pone en juego un total de 2.408 millones de euros. ¿Qué podemos hacer con el premio si somos uno de los afortunados?
El primer punto que hay que destacar tiene que ver con los impuestos y con el importe neto que nos va a llegar a la cuenta. En los Presupuestos Generales del Estado de 2018 se aprobó ampliar el mínimo exento de los premios de la lotería de forma progresiva, por lo que este 2020 solo hay que tributar si el premio supera los 40.000 euros. Esto implica que, por un décimo, pagaríamos impuestos por el exceso si nos toca el ‘Gordo’ -que son 400.000 euros al décimo-, por el segundo -125.000- y por el tercer premio -50.000-, pero quedaríamos exentos a partir de los cuartos y quintos premios, que reparten 20.000 y 6.000 euros al décimo, respectivamente.
Lo que permanece sin cambios es el porcentaje al que hay que tributar, que continúa siendo del 20%. Es decir, si llevamos un décimo agraciado con el primer premio, el importe neto que recibiríamos en nuestra cuenta será de 328.000 euros.
Además, hay otros aspectos que hay que tener en cuenta al pensar en las repercusiones fiscales de la lotería, porque serán un gasto más que hará que la cuantía neta que quede se reduzca. Esto ocurre con el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, ya que, si se quiere donar parte del premio a un familiar hay que tener presente que, si no se puede demostrar que el boleto es compartido, hay que tributar en algunas comunidades autónomas.
Planificación financiera para pensar sobre nuestros objetivos
Aunque recibir una gran cantidad de dinero inesperada siempre es motivo de alegría, en algunas ocasiones, esa buena noticia puede durar poco si no administramos bien el dinero del premio. De hecho, un estudio de la asociación European Financial Planning Association (EFPA) pone de manifiesto que el 70% de los premiados con la Lotería de Navidad tiene mucho menos dinero cinco años después de haber ganado el premio. ¿El motivo? La felicidad que nos produce ser uno de los premiados nos lleva a tomar decisiones precipitadas y a caer en errores típicos.
¿Cómo evitamos tomar malas decisiones movidos por la euforia del momento? Para sacarle el mayor partido posible al dinero y evitar que se despilfarre, lo primero que deberíamos hacer es tomarnos un tiempo de reflexión de seis meses antes de comenzar a gastar o a invertir el dinero (aquí conviene recordar que la ley da un plazo máximo de 3 meses para cobrar el décimo).
El objetivo de dejar este periodo de tiempo es que nos acostumbremos a vivir con una cantidad elevada de dinero y que en esos meses reflexionemos sobre qué es lo que realmente queremos conseguir con ese dinero extra que nos ha llegado a la cuenta y cuáles son nuestros objetivos vitales. Es decir, se trata de hacer un ejercicio de planificación financiera para pensar en nuestras metas y contextualizar el premio dentro de nuestro plan financiero y vital, de forma que podamos trazar un plan de inversión que se adapte a sus nuevas circunstancias y tenga en cuenta nuestros objetivos, presentes y futuros.
Invertir para rentabilizar el premio a largo plazo
Cuando ya hemos definido los objetivos vitales, el siguiente paso es hacer unos números para ver qué coste tienen. Es decir, hay que analizar también la situación financiera actual para ver cuál es el punto de partida y si con el dinero extra del premio nos basta o necesitamos más y, por tanto, deberíamos acudir a los mercados financieros para cubrir ese déficit o, si es el caso, para ver qué rentabilidad necesitaríamos para poder vivir de las rentas.
La experiencia refleja que los españoles, por lo general, somos muy conservadores con nuestro dinero. Y aunque esta tendencia está cambiando, lo cierto es que la mayoría solemos optar por dejar nuestro dinero inmóvil (bajo el colchón) o en depósitos que, a día de hoy, apenas dan rentabilidad. Por eso, es muy importante saber que, si decidimos no invertir el dinero, dentro de unos años perderíamos poder adquisitivo, a media que los precios se incrementasen, al no cubrir la inflación. Es decir, si recibimos esos 328.000 y no los invertimos, pasados 20 años y contando con una inflación media anual del 2% (objetivo que persigue el Banco Central Europeo), ese dinero equivaldría a unos 220.735 euros (actuales).
Antes de acudir a los mercados financieros para rentabilizar el premio, el primer paso es fijar la rentabilidad objetivo que necesitamos -que viene determinada por la diferencia entre lo que se tiene y lo que se necesita-, y eso es lo que va a determinar qué nivel de riesgo podemos asumir y qué cartera o qué activo financiero es el más adecuado.
Para maximizar el dinero del premio hay que apostar por carteras diversificadas, tanto por distribución geográfica, como por sectores y tipo de activos. Además, si contamos con un gran horizonte temporal de inversión, podemos asumir más riesgo con la inversión, lo que hará que el capital final sea mucho mayor. Por ejemplo, si queremos superar a la inflación en 3 puntos (es decir, conseguir una rentabilidad anual media del 5%) habría que invertir en una cartera con el 50% de la inversión en renta variable. Y una opción que permite diversificar, que tiene beneficios fiscales y que permite acceder a una gestión profesional son los fondos de inversión.
Por otro lado, es habitual escuchar a muchos de los premiados decir que lo primero que van a hacer es quitar la hipoteca, cuando, quizás no es lo más conveniente. Lo primero que habría que ver es si la rentabilidad que nos da el dinero invertido es mayor que el coste de financiación porque, en ese caso, no interesaría amortizar la hipoteca. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, si la vivienda habitual se compró antes de 2013, existe una ventaja fiscal en el IRPF (la ley permite deducirse cada año un 15% de una cuota máxima de 9.040 euros), que puede que no nos interese perder.
Por ese motivo siempre es conveniente poner todas las finanzas en perspectiva para evaluar qué opciones son las más adecuadas para cada persona, tanto desde el punto de vista financiero como fiscal, teniendo en cuenta los objetivos personales.