¿Conviene ser conservador en la inversión en pensiones?
Los datos de la industria de pensiones, así como las encuestas sobre el tema, ponen en evidencia que, cuando se trata del ahorro para la jubilación, el español medio es, fundamentalmente, conservador: más de la mitad del dinero en planes de pensiones en nuestro país se encuentra invertido en productos de renta fija (a corto plazo, a largo plazo y productos de renta fija mixta) y a penas un 10% lo está en renta variable.
Si nos fijamos en la evolución de los activos subyacentes de los planes de pensiones en los últimos quince años, la renta fija y los activos monetarios han supuesto de forma constante más del 60% de la inversión. Esto, que a la mayoría de ahorradores les parece una buena idea (“Yo prefiero no arriesgar con el dinero de la jubilación”, dicen muchos), puede convertirse en un error, como vamos a ver.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la rentabilidad a la que podemos aspirar con un producto de renta fija es inferior a la que podríamos obtener con uno que incluya renta variable. Hasta hace poco, los productos de renta fija y los depósitos proporcionaban cierto rendimiento. Sin embargo, el contexto ha cambiado como consecuencia de los bajos tipos de interés y ahora apenas ofrecen rentabilidad (además, los expertos no creen que esta situación vaya a variar a corto plazo).
Por ejemplo, si analizamos los datos que proporciona Inverco, la rentabilidad media a cinco años de los planes de pensiones de renta variable supera el 9% (si entramos en el detalle, observamos que en el caso de gestoras independientes esta supera el 11% con las cifras a cierre de junio de 2017). Los de renta variable mixta tienen una rentabilidad media a cinco años superior al 5%, los de renta fija mixta se mueven entre el 2 y el 4,6% y los de renta fija (a corto y largo plazo) ofrecen una rentabilidad media de entre el 0,7 y el 4,1%.
Y, si la rentabilidad que obtenemos con nuestro plan de pensiones es inferior a la inflación, en el largo plazo perderemos bastante poder adquisitivo. Veamos con un ejemplo la diferencia de uno o dos puntos de rentabilidad en el largo plazo: si tenemos 40.000 euros ahorrados para la jubilación y no obtenemos ninguna rentabilidad por ellos, dentro de 20 años nuestro dinero equivaldrá a 26.919 euros (actuales). Si los invertimos con una rentabilidad media anual del 2% (es la inflación objetivo del Banco Central Europeo), en dos décadas habremos conseguido únicamente mantener el poder adquisitivo de 40.000 euros. Pero, si buscamos un plan que nos ofrezca una rentabilidad de IPC+1% (es decir, del 3%), dentro de 20 años tendremos el equivalente a 48.618 euros actuales. Y si subimos un punto más la rentabilidad hasta IPC+2% (un 4%), conseguiremos 58.963.
Es decir, en el largo plazo puede ser mayor el riesgo de quedarnos por debajo de la rentabilidad necesaria y no conseguir, al menos, batir a la inflación que el de ‘sufrir’ los altibajos de la renta variable.
Y, ¿cuándo suban los tipos de interés?
La situación actual de bajo crecimiento y tipos de interés bajos va a perdurar en el tiempo, pero lo lógico es pensar que a largo plazo estos subirán. La expansión monetaria llevada a cabo por parte de los diferentes bancos centrales a nivel global, manteniendo los tipos próximos a cero e implementando programas de compras de activos no puede prolongarse indefinidamente y, en algunas zonas, como Estados Unidos, ya hemos visto cómo se están retirando los estímulos y los tipos han comenzado a elevarse.
La subida de tipos, cuando se produzca, conllevará un movimiento al alza de las curvas de deuda, que puede provocar pérdidas a los tenedores de bonos y tendrá, por tanto, un efecto claro en los planes de pensiones españoles que están cargados de deuda pública (principalmente española) y deuda corporativa europea.
Para entender este efecto de la subida de tipos en los planes de pensiones, hay que partir de la base de que en la renta fija lo que es fijo es el cupón que se paga periódicamente, con lo cual, si se mantuviera el bono hasta el vencimiento el riesgo de este sería el de impago del emisor, pero si se tiene que vender antes de la fecha de vencimiento, puede valer menos dinero del que se invirtió.
Esto es así porque el precio de los bonos se reduce cuando suben los tipos: el precio y la rentabilidad se mueven de forma inversa, dado que el inversor estará menos interesado en ‘comprar’ un bono que se emitió con los tipos bajos puesto que dará menos rendimiento que los nuevos títulos de deuda que se emitan con los tipos altos.
Y esto tiene un impacto negativo en las carteras de renta fija de los planes de pensiones (y de otros productos de inversión), porque se reduce el valor de los títulos que ya tienen comprados cuando se actualizan los precios a valor de mercado.
Por todo ello, cuando el horizonte temporal es largo, y en función del perfil de riesgo y del resto de circunstancias del inversor, es aconsejable optar por la renta variable en nuestro plan de pensiones, aunque pueda resultarnos contra intuitivo.