Financial Planning: el valor de la tranquilidad futura...y presente
¿Por qué a la hora de invertir no nos tomamos nuestro tiempo y en la mayoría de los casos adoptamos las decisiones de inversión sin pensarlo más que unos minutos? Es curioso como en otros ámbitos de nuestras vidas el tiempo e interés que le dedicamos a la decisión de compra es mucho mayor y probablemente la repercusión en nuestro futuro mucho menor. Pensemos, por ejemplo, la cantidad de preguntas que nos hace un comercial de un concesionario antes de vendernos un coche: ¿cuántos hijos tiene?, ¿lo necesita para la ciudad o para el campo?, ¿de gasolina o diésel?, ¿le gustan los coches manuales o automáticos? , etc.
Sin embargo, cuando de planificar nuestras finanzas personales se trata, en la mayoría de los casos, nuestro Asesor Financiero no trata de entender para qué invertimos y nos vende el producto en campaña de su entidad, el que figura como número 1 en el ranking o el que tiene un menor coste con respecto a la competencia. Todos estos argumentos facilitan su labor como comercial y con ello la consecución de sus objetivos anuales pero ¿qué ocurre con lo que el cliente quiere?, ¿conseguirá con estas recomendaciones generalistas – y en muchos casos interesadas- jubilarse, comprarse una casa o pagar la educación de sus hijos?
Por desgracia en España esta práctica es de lo más común y con ello la creciente insatisfacción de los inversores en su relación con el dinero que frecuentemente dicen: llevo 10 años perdiendo dinero, nunca he ganado con una entidad financiera, prefiero equivocarme yo mismo que al menos no pago una comisión, mejor invertir en inmuebles que al menos se lo que tengo, etc.
La responsabilidad de que esto ocurra es compartida por entidades financieras y clientes. Los primeros porque realizan recomendaciones “para todos” y no se preocupan por conocer lo que verdaderamente le interesa al cliente y los segundos porque no son exigentes con el asesoramientos que reciben y, en muchas ocasiones, son inconsistentes con sus decisiones de inversión al querer “duros a pesetas” y, si es posible, “sin riesgo”.
Para evitarlo debemos cambiar las costumbres y empezar la casa por los cimientos y no por el tejado. ¿Cómo? Pensando, antes de invertir y por este orden, para qué invierto, qué rentabilidad necesito para conseguirlo y qué productos serán los adecuados.
En Abante, con el servicio de FinPlan, llevamos 10 años ayudando a nuestros clientes a encontrar las respuestas adecuadas a sus decisiones de inversión y, lo que es más importante, a elegir el futuro que quieren tener y acompañarles en el camino. Cuando vinieron a vernos muchos de ellos se preguntaban:
- ¿Puedo dejar mi trabajo actual y montar un negocio? ¿Debería darme de alta como autónomo o como asalariado? ¿Durante cuánto tiempo puedo aguantar las pérdidas iniciales del negocio?
- ¿Me puedo permitir bajar el ritmo de trabajo? ¿Cuáles son los ingresos mínimos que debería mantener?
- ¿Puedo enviar a mis hijos a una universidad privada o pagarles un master en el extranjero? ¿Y ayudarles económicamente en la entrada de una vivienda?
- ¿Qué sería de mi familia si tuviese un accidente y me quedase inválido?
- ¿Podré mantener mi nivel de vida actual durante la jubilación? ¿Puedo jubilarme a la edad que deseo? Y si la seguridad social dentro de 20 años paga el 50% de lo que paga en la actualidad ¿en qué situación me quedo?
- ¿Puedo comprarme una nueva vivienda? ¿Cuál es el precio máximo que podría pagar por ella teniendo en cuenta mi situación? ¿Cuál es el impacto fiscal de la venta de un inmueble?
Si se ha planteado alguna de estas preguntas, podemos ayudarle a encontrar la respuesta adecuada y a implementar las estrategias y acciones necesarias para que estos interrogantes no supongan una carga.