Letras, depósitos, fondos de inversión: opciones para el ahorrador conservador
La Reserva Federal ha subido los tipos de interés hasta el 5,25% tras la pausa de junio y el Banco Central Europeo también ha elevado la tasa de referencia en 25 puntos básicos hasta el 4,25%. Hace poco más de un año, estaban en el 0% en ambos casos. En su esfuerzo por combatir una inflación desbocada y persistente endureciendo la política monetaria, los bancos centrales han provocado un cambio muy relevante en los mercados financieros. Y, sobre todo, nuevas oportunidades de inversión para los más conservadores.
Antes de la pandemia, los inversores conservadores no tenían opciones de rentabilidad sin riesgo. Y en 2022, la renta fija vivió un tsunami que provocó importantes pérdidas en las carteras más conservadoras. Sin embargo, el final de la era de tipos cero ha tenido como consecuencia que la renta fija vuelva a dar rentabilidad y ofrezca oportunidades de inversión razonables. En este nuevo escenario, las opciones y la oferta para el inversor conservador o para el corto plazo se han multiplicado. ¿Cuál es la opción más interesante?
La respuesta a esta pregunta, como siempre que hablamos de la toma de decisiones de inversión es “depende”, porque no hay una fórmula única o mágica: cada persona tiene un proyecto biográfico diferente y unas circunstancias propias. De ahí la necesidad de hacer siempre un ejercicio de planificación financiera antes de acceder a los mercados financieros.
“En renta fija hay muchos perfiles de riesgo, por eso es fundamental saber en qué perfil encaja cada cliente y que este sepa bien qué está comprando y qué riesgo tiene”, destaca Manuel Rodríguez, selector de fondos de renta fija en Abante.
Los fondos de inversión toman impulso
Los depósitos, que hace unos años pagaban rentabilidades atractivas, todavía no están ofreciendo –en la mayoría de los casos- retornos equiparables con el actual precio del dinero. Como explica José Ramón Iturriaga, socio y gestor en Abante: “No hay incentivo para pagar por los depósitos en este momento”. Por eso, en los últimos 12 meses, los ahorradores españoles han mostrado un interés nuevo (o renovado) por los fondos de inversión y por la deuda soberana (como anécdota visual que sirve para ilustrarlo, el furor por las Letras del Tesoro provocó largas colas en el Banco de España).
En concreto, los hogares españoles han sacado 5.568 millones de euros que tenían en depósitos y efectivo para invertirlo en fondos, especialmente en monetarios y de renta fija a corto plazo, buscando esa oportunidad de conseguir rentabilidad sin asumir apenas riesgo, tal y como se pone de relieve en el informe del Ahorro financiero de las familias españolas del primer trimestre de 2023 de Inverco.
Este informe refleja que se han registrado suscripciones netas superiores a 12.500 millones de euros en un solo trimestre, la mayor cifra de la serie histórica desde 2015, de los cuales casi 9.000 millones corresponden a la inversión en renta fija a corto plazo.
¿Fondos de inversión o letras?
Las Letras del Tesoro –como explicábamos en este artículo– son instrumentos financieros emitidos por el Gobierno para financiar sus gastos y cubrir necesidades de liquidez a corto plazo, con vencimientos que van desde tres meses hasta un año (en España). El inversor que compra letras preta ese dinero al Estado y, a cambio, recibe un retorno.
Hoy, la rentabilidad que ofrecen las letras a 12 meses es del 3,8%. El ahorrador puede acceder a las letras tanto en el mercado primario como en el secundario. Es el secundario el que nos proporciona liquidez si queremos vender la letra antes de su vencimiento (aunque existe el riesgo de que el precio baje respecto al de emisión). En el caso hacerlo a través de una entidad habrá que tener en cuenta, además, lo que nos cobra por la gestión. En el Banco de España si se hace a través de la web también hay una comisión.
Desde el punto de vista fiscal, en el caso de las letras del tesoro tributan en el IRPF como rendimientos del capital mobiliario. En este caso -a diferencia de en los bonos-, el rendimiento es implícito, es decir, se obtiene por la diferencia entre el precio en el momento de emisión y en el momento del vencimiento, y no tienen retención. Pero hay que abonar el porcentaje correspondiente a la ganancia en la declaración de la renta.
En el caso de los fondos de inversión -también tributan como ganancia o pérdida patrimonial– ventaja fiscal es que permiten diferir el pago del impuesto hasta el momento en el que se materialice la ganancia: si no reembolsamos, no pagaremos impuestos (y el traspaso de un fondo a otro está exento, lo que nos permite ajustar nuestra inversión a nuestras circunstancias y las del mercado). Si reembolsamos una parte, se tributa por la ganancia correspondiente a dicha parte.
Más allá del diferimiento fiscal, la inversión a través de fondos nos permite diversificar en diferentes activos monetarios o de renta fija, tanto por regiones como por tipo de activo. Por este motivo, la rentabilidad dependerá de la cartera de cada fondo, pero hoy en día se puede acceder a vehículos con rentabilidades objetivo que igualan o mejorar el rendimiento de la deuda de gobierno.
Y, además, nos permite permanecer invertidos, mientras que cuando compramos letras, al vencimiento nos devuelven el dinero y si queremos seguir rentabilizando tenemos que realizar de nuevo la operación. Es una opción más eficiente y con liquidez diaria. Como en el caso anterior, habrá que tener en cuenta la comisión del fondo.