Lo que debe saber el inversor ante el nuevo escenario de tipos más bajos

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26/09/2024

Septiembre llega a su fin con un panorama mucho más claro en cuanto a los tipos de interés se refiere. Las reuniones de la ‘vuelta al cole’ de los principales bancos centrales no han sorprendido al mercado, que ya descontaba una relajación de la política monetaria para la recta final del año, aunque la duda, como siempre, ha estado en la magnitud de esas bajadas.

Primero fue el Banco Central Europeo. La entidad que preside Christine Lagarde llevó a cabo en su reunión de septiembre su segunda rebaja de tipos en ocho años -la primera tras la pausa de verano y, además, de manera unánime-, dejando el tipo de referencia en el 3,5%, tal y como anticipaba el mercado. Sin muchas más novedades, el organismo repitió que seguirán pendientes de los datos para los próximos pasos. Así, esperan que la inflación se sitúe en el 2,5% este año y en el 2,2% en 2025 y que, por fin, se encuentre por debajo del tan ansiado objetivo del 2% en 2026, cuando llegaría al 1,9%.

Luego le tocó el turno a la Reserva Federal de Estados Unidos, que había dejado que, por primera vez en la historia, su homólogo europeo le tomara la delantera y bajara tipos antes. Con todo, la Fed ya había adelantado en la reunión de Jackson Hole de agosto que el primer recorte de tipos llegaría en septiembre. Y dicho y hecho, aunque con más fuerza de lo inicialmente previsto. La Fed rebajó el precio del dinero en 50 puntos básicos, hasta el rango del 4,75 y del 5%, una decisión que responde a las voces que pedían una desescalada más intensa y que no se ha producido de manera unánime, lo que ha abierto el debate, de nuevo, sobre la salud de la economía estadounidense.

¿Hablamos del soft landing?  

Hay que recordar que la Fed, a diferencia del BCE, tiene un doble mandato: controlar la inflación y velar por el pleno empleo. Y este recorte de tipos más agresivo de lo pensado ha vuelto a alimentar la gran pregunta: ¿cómo controlar la inflación sin hacer que la economía descarrile? Pero… ¿está realmente justificada?

Estos últimos días hemos escuchado a distintos miembros del banco central estadounidense. El presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, con una postura más dovish, ha señalado recientemente que los tipos tienen que bajar significativamente en el futuro, mientras que la gobernadora que votó en contra del recorte de medio punto porcentual, Michelle Bowman, se ha vuelto a mostrar preocupada porque haya una segunda vuelta de la inflación y ha abogado por ir poco a poco en las bajadas.

Josep Prats, gestor de Abante European Quality, comenta en su última carta mensual que los resultados empresariales de la gran mayoría de las compañías no apuntaban a una brusca caída de la actividad económica, respondiendo a la pregunta que se hacía una parte del mercado: si la inflación no está todavía totalmente bajo control, ¿no se estarán bajando los tipos por miedo a una brusca caída de la actividad económica?

En este sentido, el gestor considera que la bajada de tipos del BCE “no es más que una vuelta a la normalidad, y es perfectamente coherente con tasas de inflación comprendidas en niveles similares”. “Que la Fed vaya dejando atrás una política extremadamente restrictiva, con tipos por encima del 5%, hasta anclarla en niveles próximos al 3%, con una inflación subyacente en niveles similares es, también, perfectamente normal”, añade.

En la rueda de prensa posterior la última reunión, el presidente del organismo estadounidense, Jerome Powell, quiso dejar claro que no estamos a las puertas de una recesión: la economía está en buena forma, el mercado laboral tiene un ritmo fuerte y la inflación está bajando.

En el comunicado explicaron que consideran que los riesgos para la consecución de los objetivos de empleo e inflación están “aproximadamente equilibrados”. En concreto, el último dato de inflación ha sido del 2,5% en el mes de agosto, mínimos desde el año 2021. Un 2,5% que también hemos visto en el PCE – índice de precio de los gastos de consumo personal, que es el indicador que realmente mira la Fed, que lleva descendiendo desde el abril. Por su parte, el último dato de peticiones semanales de subsidio por desempleo bajó hasta las 219.000 solicitudes, el nivel más bajo desde mayo, lo que demuestra que la creación de empleo no da muestras de agotamiento.

“El mercado ha sido tremendamente constructivo con la decisión de la Fed: se vuelve a instalar la narrativa en el mercado del aterrizaje suave o soft landing. Se da por hecho que la Fed, entre inflación y crecimiento y empleo ha decidido apostar por lo segundo. El mercado es bastante consciente de que es probable que las próximas lecturas de inflación sean al alza porque hay presiones inflacionistas, pero sin grandes sorpresas”, explica Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante.

Con todo ello, el BCE y la Fed no han sido los únicos bancos centrales que se han reunido después del verano. En su reunión de septiembre, el Banco de Inglaterra optó por mantener los tipos en el 5% y reducirlos de forma gradual más adelante, mientras que el Banco de Japón decidió dar una tregua al mercado, tras la subida por sorpresa de agosto que propició fuertes caídas, y dejar los tipos en el 0,25%.  China, por su parte, ha anunciado una serie de estímulos con el objetivo de animar la economía.

Implicaciones de las bajadas de tipos para el ahorrador e inversor

Al margen de si en las próximas reuniones veremos nuevos recortes o no, salvo sorpresas, vamos a cerrar y empezar el nuevo año con un escenario de tipos bajos, con sus consecuentes implicaciones para los diferentes activos y sectores, así como para ahorradores, inversores y consumidores. ¿Qué estamos viendo?

En el mercado, tras el recorte de la Fed, lo que ya vimos es que en esa sesión las grandes tecnológicas y las compañías de semiconductores fueron las más beneficiadas, de hecho, el Nasdaq volvió a marcar un nuevo máximo histórico. Lo habitual, cuando los tipos bajan, es que las compañías que tienen más deuda salgan más reforzadas. Y, en general, suele ser positivo para la bolsa porque los beneficios empresariales suelen mejorar, aunque dependerá de lo que ya esté descontando en el precio y de los sectores. Por ejemplo, en entornos de tipos bajos el inmobiliario, la tecnología o el consumo discrecional suelen comportarse mejor, en contra, por ejemplo, del consumo básico.

El ahorro conservador, cuando los tipos bajan, obtiene menos rentabilidad. Y el mercado de renta fija suele ser muy sensible a los movimientos de los tipos, sobre todo cuando se producen de forma brusca, ya que los inversores más conservadores están menos acostumbrados a convivir con volatilidad. Lo que sucede es que, al bajar los tipos, sube el precio de los bonos que ya están en circulación y, en consecuencia, su rentabilidad desciende. Aunque a veces vemos movimientos contraintuitivos: por ejemplo, la decisión de la Fed ha provocado que las Tires del bono estadounidense a diez años se vayan hacia arriba, casi hasta el 3,73%.

El mercado de divisas también es muy sensible a los movimientos de los tipos; cuando bajan, la divisa se deprecia. En este sentido, el mercado ya está poniendo en precio que la Fed puede ser más agresiva que el BCE al normalizar la política monetaria, asíel dólar se ha vuelto a depreciar frente al euro, hasta 1,115 dólares por euro.

Lo que la teoría explica -y ya sabemos- es que unos tipos de interés más bajos favorecen el consumo. Normalmente, al reducir los tipos de interés de referencia, los préstamos y las deudas se abaratan. Es decir, endeudarse cuesta menos, por eso, tanto las personas, como las empresas e instituciones disponen de más dinero para invertir o gastar de otra manera.

Hace dos años, cuando los tipos empezaron a subir, el euríbor llegó a superar el 3,6%, lo que hizo que muchos hipotecados a tipo variable tuvieran que pagar más intereses y que surgiera la siguiente duda: ¿me interesa amortizar la hipoteca o es mejor invertir? Ahora, el euríbor está marcando mínimos de diciembre de 2022 al rondar el 2,77%, lo que puede volver a generar ciertas dudas a la hora de organizar las finanzas personales y qué cuantía podemos destinar a invertir: si estoy pagando menos intereses, ¿me conviene mantener mi hipoteca sin cambios e invertir la liquidez que tengo?

Lo cierto es que cuando contamos con una cantidad de dinero que no necesitamos en la actualidad, ya sea porque hemos estado ahorrando o porque hemos recibido una herencia o un bonus en el trabajo, por ejemplo, tener en cuenta el escenario de tipos es importante, pero nunca debería ser determinante a la hora de decidir cómo invertimos nuestro dinero. Para tomar la mejor decisión, siempre deberíamos recurrir a un asesor financiero y pensar primero en nuestros objetivos y circunstancias personales para ver qué es lo que realmente queremos conseguir con ese dinero y, después, trazar la estrategia de inversión que nos ayude a estar bien invertidos y conseguir la rentabilidad que necesitamos, independientemente de lo que pase en el mercado.