Propósito de año nuevo: combatir la emocionalidad
Tras pasar por un 2022 marcado por el repunte de la inflación, la guerra de Rusia contra Ucrania, el alza en los precios de las materias primas y la subida de los tipos de interés, los primeros días de enero empiezan con noticias positivas en las bolsas. El contexto sigue siendo volátil y marca un claro reto para el inversor en 2023: combatir la emocionalidad.
El ejercicio que acabamos de despedir ha sido uno de los peores años que se recuerdan para la gestión de activos, pero este 2023 estamos viviendo uno de los mejores arranques de la historia de la bolsa europea. La renta fija, además, ha pasado de vivir el peor mercado bajista de la historia a ofrecer rentabilidades atractivas.
Normalmente, el cambio de tono en los mercados suele generar incertidumbre en los inversores: ¿se mantendrá esta tendencia? ¿Debo cambiar mi cartera de inversión? Las personas somos seres emocionales y, por lo tanto, lo que sucede en nuestro entorno nos afecta, pudiendo llegar a tomar decisiones precipitadas que hagan que nuestros objetivos se vean comprometidos. En este sentido, Warren Buffett decía que “los grandes enemigos del inversor en bolsa son los gastos y las emociones”.
En estos momentos complicados es cuando la figura del asesor financiero cobra más importancia, siendo el acompañamiento una pieza fundamental para tomar las decisiones que mejor se adapten al tipo de perfil y al horizonte temporal de cada inversor.
Nuevo año: tus objetivos trazan tu estrategia
Cuando pensamos en invertir parece que solo entra en el tablero la rentabilidad o los números, pero eso no es suficiente. Nuestras inversiones siempre deben responder a nuestros objetivos vitales y personales: ¿para qué queremos acudir al mercado?
“Cualquier estrategia de inversión debe tener una reflexión previa en la que se establezca el para qué estamos invirtiendo, pasando por un proceso de planificación financiera que nos ayude a contextualizar cuáles son mis objetivos, cuál es mi nivel de gasto, de ahorro e inversión y, por tanto, qué rentabilidad necesito yo para cumplir esos objetivos”, subraya Marta Rodríguez, socia y directora comercial de Abante.
Aun así, Rodríguez explica que “las emociones son malas consejeras, muchas veces nos piden salir del mercado en momentos complicados por miedo a perder más dinero”. Y, en este sentido, lo que tenemos que saber es que las caídas forman parte del recorrido de las inversiones. Es más, estadísticamente, cada 3,6 años nos toca vivir un mercado bajista, según explicaron desde Hartford Funds en un informe.
Por ello, hay que recordar que, aunque nadie tenga la bola de cristal o el conocimiento absoluto sobre lo que va a pasar en el mercado, contar con un asesoramiento financiero especializado que nos ayudade a construir una cartera global y diversificada y a enfrentarnos a momentos de incertidumbre proporciona seguridad y ayuda a no perder el foco y priorizar nuestros objetivos. Porque las emociones, en la toma de decisiones de inversión, suelen ser malas consejeras.
Ya lo decía Benjamin Graham, “las personas que no pueden controlar sus emociones no son aptas para obtener beneficios mediante la inversión”.