Entre la espera, el fracaso y lo efímero
¿Cómo nos relacionamos los seres humanos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea? ¿Y cómo interiorizamos y asimilamos cada etapa y momento que vivimos? Hace unos días, en Abante celebramos una conferencia con Miguel Albero, diplomático y director de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID, en la que reflexionamos sobre los aspectos que marcan nuestras vidas y la forma en la que los asumimos, partiendo de tres puntos que centran la obra de Albero: la espera, el fracaso y lo efímero.
En un diálogo junto a Santiago Satrústegui, presidente de Abante, Albero nos contó cómo desarrolla cada uno de estos conceptos en sus obras -la espera en “Godot sigue sin venir”, el fracaso en “Instrucciones para fracasar mejor” y lo efímero en “Esto se acaba”- y cómo nos influyen en el día a día.
“La espera forma parte de nuestra vida y tiene un elemento fundamental que es el tiempo subjetivo: cómo vivimos el tiempo”, comentó Albero al explicar que la espera está en todo lo que hacemos, en todos los ámbitos, puesto que hay esperas más nimias y esperas más profundas.
En este sentido, Albero también reiteró que la espera marca nuestras vidas y que, como todo, tiene su lado menos afable: “La espera desespera”. Y aquí, habló de la importancia de tomarse tiempo y de pensar en ese tiempo, disfrutando de la espera, de lo que estamos viviendo y de lo que está por venir, una reflexión que, como comentó, también deberíamos aplicarnos cuando fracasamos: “Asumir el fracaso es asumirse a uno mismo y darse cuenta de que lo importante no es el final, sino el trayecto”.
Respecto a la fugacidad del tiempo, Albero destacó que todo arte es efímero y que es precisamente esa condición de caducidad la que define el éxito.
Por último, Albero también habló del entorno en el que vivimos, con las nuevas tecnologías y el boom de las redes sociales como telón de fondo y señaló que, aunque la rapidez de la información te permite tocar muchos temas, no te deja profundizar puesto que para eso se necesita tiempo, concluye.