La vida de 100 años: vivir y trabajar en la era de la longevidad
Pensar en vivir 100 años ya no es una quimera. La realidad es que cada vez vivimos más años -la esperanza media de vida aumenta seis horas cada día-, y cada vez vivimos mejor. Es un hecho decir que nos encontramos, ahora mismo, en la era de la longevidad, un escenario que va a hacer que nos planteemos nuestra vida y la forma de vivirla de una forma completamente diferente a como habíamos pensado.
De las implicaciones de tener una vida más larga habló Santiago Satrústegui, presidente de Abante, durante el evento que se celebró el pasado febrero en el auditorio Rafael del Pino, con motivo de la presentación de una nueva edición del libro La vida de 100 años. Vivir y trabajar en la era de la longevidad, editado por Versuss Libros en España, y escrito por los profesores de la London Business School Lynda Gratton (psicóloga experta en estrategia de recursos humanos) y Andrew Scott (economista).
“Sabemos que vamos a vivir más tiempo y que vamos a vivir mejor, en mejores condiciones físicas, es decir, vamos a ser jóvenes durante más tiempo. Y esto, que debería ser una buena noticia, cuando se lo contamos a la gente nos dice que no quiere vivir tanto tiempo, que vivir tanto tiempo es un problema”, expuso Satrústegui a los asistentes al evento.
Así, explicó que el objetivo del libro y del evento era tratar de convertir esa “sensación de problema, en una sensación de oportunidad”. Satrústegui también echó la vista atrás y recordó que, hace 17 años, “Abante pensó que, para poder ayudar mejor a nuestros clientes a invertir su dinero, teníamos que conocer sus objetivos personales y su biografía. Por eso, nos autoimpusimos un lema muy exigente: nuestro cliente es la persona y no su dinero. Y esto nos ha llevado a preocuparnos por temas que van mucho más allá de las finanzas y, precisamente, uno de esos temas tiene que ver con los problemas vitales, con la longevidad y con la incertidumbre que genera el futuro”.
¿Cómo será una vida que dure 100 años?
¿Qué implicaciones tiene una vida más larga en lo personal, lo profesional y lo financiero? ¿Cómo planificamos una vida muy larga para que todos esos años sean un regalo? Sobre estas cuestiones dialogó Satrústegui junto a Manuel Arias Maldonado, profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Málaga, Diego Gracia, doctor en medicina y especialista en psiquiatría, y con Carlos Soria Fontán, único alpinista que ha escalado diez montañas de más de 8.000 metros tras cumplir los 60 años.
Este diálogo a cuatro voces comenzó con el planteamiento de la longitud de la vida que hacía Hipócrates, que luego recogió Séneca y que, como contó Diego Gracia, hacía referencia a que “la vida no es ni larga ni breve, es como deber ser y lo que hay que aprender es a aprovechar esos años y vivir adecuadamente. Lo importante es dar vida a los años y no años a la vida”.
Así, Gracia también habló de esos años de más que vivimos y que hacen que España sea el segundo país más longevo del mundo: “A comienzos del siglo XX, la esperanza media de vida estaba en los 40 años. Hoy supera los 80, y esto solo en un siglo. No solo vivimos más, sino que vivimos mejor”.
Por su parte, Manuel Arias Maldonado habló de la cultura y de la importancia de que existan mecanismos que nos permitan conocer esta nueva realidad en la que vamos a vivir más. “La razonable certeza de que vamos a vivir muchos años tiene que servirnos para que aprendamos a vivir de otra manera, pero es muy difícil inculcarlo en la gente joven. Esto plantea más que un problema, porque uno no piensa en la vejez cuando tiene 20, 30 o incluso 40 años. Piensa en ello, más tarde, cuando este horizonte ya se aproxima. El yo juvenil no piensa en las consecuencias de sus actos para su yo futuro”, señaló Arias Maldonado.
El profesor también habló del gran trecho que existe entre la edad formal de jubilación y la edad real y aquí, señaló que una persona puede estar treinta años jubilado y en ese espacio de tiempo necesita cosas que hacer. Para Gracia, una solución sería “orientar la última etapa de la vida a esos grandes ideales de la adolescencia, a veces no conseguidos” y Arias Maldonado recordó que “hay una necesidad de cambiar nuestra mentalidad para prepararnos para vivir un periodo más prolongado. Es una tarea pendiente, que pasa por esa cultura de la vejez, pero que tiene que ver mucho con ser autodidacta”. Y, ese cambio personal, como señaló, tiene que extrapolarse también al discurso público para que fomente la cultura de la vejez.
Al hablar de estos años de más, Satrústegui comentó que se puede ver como una segunda oportunidad y un regalo, y Soria recordó la importancia de tener los objetivos claros y tener ilusión por la vida, así como darse cuenta de que cuando llegas a la jubilación “no se acaba nada porque queda mucho tiempo para hacer cosas”.
“Me ha ido cambiando mucho la vida con el tiempo. He conocido países, he conocido gente, he aprendido diferentes formas de vivir. La montaña tiene mucho que ver con eso y también mi profesión. Yo he hecho las mejores cosas a una edad bastante adulta, al final de mi vida laboral”, explicó Soria al hablar del horizonte y del gran abanico de posibilidades y oportunidades que ofrece una vida más larga.
La importancia de los activos intangibles
Satrústegui habló también de otro de los temas que trata el libro, los activos intangibles, como la amistad, que es considerada como “uno de los grandes apoyos para poder vivir todo este tiempo”.
En este punto, el doctor Gracia puso el acento en los valores intrínsecos y en la necesidad de “cultivar el ocio, todo aquello que no es negocio y que puede ser importante en la vida humana. Está la amistad, pero hay mucho más. Hay que dedicarse a cosas que uno considera importantes en la vida. Eso es lo que llena la vida, y las cosas más importantes de la vida no se pueden cuantificar en unidades monetarias”, concluyó Gracia.